Era una lluviosa mañana del mes de mayo, el agua fluía con abundancia por las empinadas calles de La Candelaria, los transeúntes eran abundantes en esa zona universitaria, los vehículos transitaban con la lentitud habitual.
En una de las esquinas de la carrera cuarta con calle catorce, como desde hace mucho tiempo, se encontraba impasible la protagonista de este relato: la Válvula. Era una de esas que son habituales en Bogotá, se veía de ella su pequeño tamaño, su forma redonda, su superficie oxidada… pero algo la caracterizaba, como a muchas de sus semejantes: no tenía tapa, alguien la había sustraido quién sabe con que motivo.
La pobre Válvula sufría el padecimiento de estar expuesta a los elementos y a la vista de la gente, veían en ella una caneca en el piso y con frecuencia depositaban allí sus basuras.
Esa mañana fue violada, y su condena fue sellada, sus horas estaban contadas.
Una joven estudiante de la Universidad Autónoma se dirigía a su claustro, como lo hacía regularmente, tal vez no vio la Válvula, tal vez el agua la cubría completamente, es probable que por esquivar el agua que era más profunda cerca de la acera, realizara un pequeño salto hacia una zona más seca. Su pie se introdujo irremediablemente en la válvula, su pierna se quebró y su cuerpo fue a dar con fuerza sobre el húmedo pavimento.
Poco a poco la gente se arremolinó alrededor de la pareja ahora unida, el tránsito se detuvo mientras el agua helada cubría el cuerpo de la joven formando sendos borbotones. Algunos sacaron paraguas, otros aportaron bolsas plásticas, otros simplemente se detuvieron a mirar.
Pasaron cuarenta minutos antes de que llegara una ambulancia y liberara por fin al la Válvula del suplicio al que estaba siendo sometida, la muchacha lloró por primera vez cuando su cuerpo fue levantado por los paramédicos, la Válvula también pero nadie oyó su llanto…
Se llevaron a la joven, pero la Válvula quedó ahí, a los ojos de todos, la repudiaron, le introdujeron palos y otras cosas para señalarla y que nadie se le acercara, la consideraron peligrosa por el hecho de estar lisiada, incompleta, sus compañeras cercanas callaban, estaban aterradas ante la posibilidad de que algún día les pasara lo mismo.
Poco a poco la Válvula fue olvidando lo sucedido, ya nada podía hacer, pero no esperaba lo que el futuro le llevaría: un día fueron unas personas con overoles de la empresa de acueductos, la identificaron y le dieron muerte arrancándola de su lugar, al igual que a sus compañeras más cercanas. En su lugar pusieron otro tipo de tapa de válvula, más grande, cuadrada y robusta.
Poco tiempo después la nueva tapa fue robada, al igual que su predecesora y ahora está aterrada, expectante por lo que pueda pasar en ésta época de lluvias…
Hay cosas que no cambian.
alejoarz, 7 de Diciembre de 2005
3 Comments:
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y ella que iba tan feliz... es que así son los hechos fatidicos... uno se levanta feliz y tenga de repente la vida cambia en un segundo23 enero, 2006 07:58siempre es bueno saber la historia desde otra perspectiva16 julio, 2006 16:27todo por una valvula , nah!...
03 enero, 2006 17:28